Deja de comportarte ya como si me estuvieras esperando. No me creo tu cara de niña buena, porque ni a tu intento de 21 años malgastados me pareces peligrosa cuando te da por morderme. El peligro soy yo, para mí. Para ti también? Es hora de mirarse al espejo y recorrerse los rasgos, que a mí ya no me da miedo reconocer ciertas cosas que también te incumben a ti. Que si digo "te quiero" no es sólo cosa mía. Que sería capaz de subirme a un acantilado y gritar todo lo que me pidieras, que nos quiten lo bailao. Te esfuerzas mucho en mantenerte arriba, en guardar posiciones y tener siempre abierta la retaguardia por si necesitas fugarte, venga ya, a mí no me escondes ciertas cosas, como yo tampoco (por ejemplo que me hago la dura ahora pero delante tuyo los quince me inundan y querría darte el mundo en bandeja, si mi mundo te sirviera).
Reivindico mi derecho a pataleo. Si incluso se me ha pegado tu estilo entrecortado y belicoso, como si los lobos pudieran venir a asaltarte en cualquier momento, relájate joder y déjame cuidarte.
Dime, ¿qué se siente cuando te definías como víctima del mundo de corazón eternamente roto, y va y rompes tú un corazón?
dilluns, 23 d’agost del 2010
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