tal vez su luz que vuelve y vuelve sea la última certeza que me queda



dissabte, 13 de novembre del 2010

me basta con la vida

Dime, qué hago con el calor. Cómo me escurro los temblores de la piel, si tú no estás, o estás tanto, tanto, que pierdo el control de mí misma y te dejo acceder a lugares que no quiero que pises.
Te sientan bien la desnudez y las ganas que se te derraman por la boca.
Agárrame fuerte por la espalda y mírame, otra vez, que oler a ti es de los mayores milagros que me han ocurrido. Y no te preocupes si me sientes al borde del llanto -yo cuando no sé decir cuán trémula tengo el alma, lloro.
Sólo me resta darnos las gracias, a las dos, por haber construido algo que valga la pena, aunque todos los esbozos que hicimos estén aún, traspapelados, en las estanterías de mi mente. Me basta con saber que estás en algún lugar, pero mirándome. Me basta, sí, con la vida para justificar(nos) todos nuestros pecados.
Te invito a pisar tierra prohibida otra vez y a hacerte dueña del ritmo de mi respiración.

dijous, 4 de novembre del 2010

estrellas de mar

Somos un poco como las estrellas de mar. Que les vuelven a crecer las patas que han sido dañadas. Nosotras también hemos desarrollado esta capacidad de regeneración que nos salva una y otra vez. Mirar un poco hacia otro lado cuando las cosas están feas. Y evitar heridas demasiado grandes que no nos perdonarían.
Supongo que ya hemos tenido que sentirnos cojas durante demasiado tiempo. Supongo que tiene que ver con querernos, aunque nunca lo digamos en voz alta, porque suena demasiado bien, y ya nos va el rollo este de torturadas torturadoras. Pero yo quiero decirlo, quiero decirlo y que lo oigas, que yo me regenero porque me vales la pena. Aún. Y no quiero que mires para otro lado cuando digo esto. Que no puede ser que te cueste tanto. He acusado muchos más golpes que tú, durante el tiempo que hemos pasado rondándonos. Sé de lo que hablo y sé a dónde quiero llegar cuando te pregunto quién eres. O qué te ocurre, que son dos maneras de decirte lo mismo, aunque puede que no te des cuenta. No mires para otro lado. Mírame a mí, que estoy muy cerca tuyo por mucho que nos empujemos a medias. No mires para otro lado. Mírame a mí cuando te grito que no quiero que me sueltes. Mírame a mí cuando te grito que no me sueltes. Míramemíramemíramemírame cuando te digo que, joder, que te quiero. Que a mí no la pegas tan fácilmente.