tal vez su luz que vuelve y vuelve sea la última certeza que me queda



dimecres, 20 de juliol del 2011

Los pies en el suelo

Después de tanto tiempo sobreviviendo a los simulacros de despedidas, no conseguimos encontrar la forma más sencilla y más noble de decirnos adiós. Así pues, todos los milagros que hicimos crecer a base de roces de piel caliente se van diluyendo en el silencio en el que te dejo existir, mirándonos de reojo, con los dientes preparados por si la fiera decide saltar una vez más y atacarnos con sus garras.

Ha llegado el tiempo de lo que algunos llaman olvido. De reaprendernos, pero esta vez cada cual por su cuenta. El tiempo de morder las cerezas con nueva perspectiva y el tiempo de la mercromina en las rodillas. El tiempo de los dos besos en las mejillas y el "cómo andás, hace días que no sé de ti". Vuelve a las putas de carretera si es lo que necesitas, déjame que yo me sumerga en las aguas tanto tiempo como sea preciso.

Todo para que en unos años podamos mirarnos a los ojos y aceptar que la dignidad no nos la quita nadie y que, joder, fuimos una vez refugiotornado, curaenfermedad y cariciapuñalada. Y que eso no nos haga sentir nada. Habremos perdido una parte de nosotras una vez llegadas a este punto, pero habremos ganado un millón más.
Y hay quien se atreve a decir que no nos quisimos. Que les den.