Te piensas que tienes una vida de puta madre. Te gusta tu trabajo, te gusta tu familia, te gusta cómo folla tu pareja, te gusta hacer planes con ella para futuros que parecen ciertos e inamovibles, te gusta mirar el pasado y enorgullecerte de tus cicatrices y todas las vueltas de campana que has sufrido para llegar hasta aquí. Dices: "todo ha valido la pena si era para llegar hasta aquí". Y te juro que "aquí", en ese momento, era cierto y brillaba.
Pero olvidas que después de "aquí" hay "allá" y no hay quien pare una montaña rusa que se empeña en bajar. Te tocas la espalda, te sangra. Te pasas la lengua por los labios y descubres un sabor rojo y metálico, y te preguntas qué ha pasado. No se molesta en darte ninguna excusa para justificar tu caída libre que observas a cámara lenta como si fuera otro el que se estrellará contra el suelo en 5...4...3...2....1...muerto.
Nada es eterno, darling. ¿Fumas?
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