¿Y qué, si ahora nos ha dado esta manía de besarnos aquí, en mi cabeza, y en todas las partes del mundo? Y qué. si nos laten tendencias suicidas en las venas (las mismas de siempre que por alguna razón no supimos ver antes del frío). Y qué... si ahora no puedo hacer más que esperarte a cada segundo y mirarte y gritarte y desear que me oigas. ¿Dónde estás?
Arrincono a patadas este miedo que me crece (y que tú conoces) para poder recibirte con una sonrisa y tantos besos como quieras. Pero no quiero ser otra de tus putas tristes. Para eso, te mando al exilio otra vez. Para eso, te mando al exilio otra vez. Para eso, te mando al exilio otra vez. ¿Qué quieres de mí? te gritaré un día de estos empujándote con todas mis fuerzas, y no sabrás qué decir mientras ni te asombrarás de que me enfade tanto contigo. Ya estoy acostumbrada, dirás.
Y sabes lo peor, es que me encanta que me beses. Y me hace feliz. Pero, por Dios, qué miedo a que sea felicidad prostituida.
diumenge, 17 d’octubre del 2010
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1 comentari:
no tinc paraules.
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