Somos un poco como las estrellas de mar. Que les vuelven a crecer las patas que han sido dañadas. Nosotras también hemos desarrollado esta capacidad de regeneración que nos salva una y otra vez. Mirar un poco hacia otro lado cuando las cosas están feas. Y evitar heridas demasiado grandes que no nos perdonarían.
Supongo que ya hemos tenido que sentirnos cojas durante demasiado tiempo. Supongo que tiene que ver con querernos, aunque nunca lo digamos en voz alta, porque suena demasiado bien, y ya nos va el rollo este de torturadas torturadoras. Pero yo quiero decirlo, quiero decirlo y que lo oigas, que yo me regenero porque me vales la pena. Aún. Y no quiero que mires para otro lado cuando digo esto. Que no puede ser que te cueste tanto. He acusado muchos más golpes que tú, durante el tiempo que hemos pasado rondándonos. Sé de lo que hablo y sé a dónde quiero llegar cuando te pregunto quién eres. O qué te ocurre, que son dos maneras de decirte lo mismo, aunque puede que no te des cuenta. No mires para otro lado. Mírame a mí, que estoy muy cerca tuyo por mucho que nos empujemos a medias. No mires para otro lado. Mírame a mí cuando te grito que no quiero que me sueltes. Mírame a mí cuando te grito que no me sueltes. Míramemíramemíramemírame cuando te digo que, joder, que te quiero. Que a mí no la pegas tan fácilmente.
1 comentari:
bonito...la comunicación con otro nunca fué fácil...a veces toda dificultad se vence con el simple gesto de mirar a los ojos...que no es nada simple! te miro...
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