Reconócelo, hay parte de ternura en nuestro vagar ininterrumpido, en nuestro saltar de pared en pared esquivando las luces de las ventanas (que no nos vean llorar, no me mires llorar). Haremos como que todo está bien. Sabemos que las grietas crecen a traves de la piel cada vez que nos acecamos demasiado, y también que hay una tristeza espesa que nos lastra y hace que nos pesen los pies y las entrañas. Reconócelo, hay ternura en las miradas, en las heridas, una ternura propia de los finales progresivos, de los matrimonios silenciosos, del vuelo bajo de los pájaros que anuncian lluvia. Nuestro mundo se desliza poco a poco hacia el desenlace menos malo y nosotras resbalamos con él, llevadas por la corriente, mirándonos, calladas, con las manos calientes, mojadas, estoicas y valientes, el pelo enredado, las sábanas expectantes, las bocas de lo metros conjuradas, las luces de las calles cuchicheantes. Un tocadiscos comiéndose toda la música del mundo.
Como la felicidad me sale muy cara, os pongo en venta a mi tristeza y a ti. Te sumarás a mis leyendas, me inundarás cuando la vida me guiñe determinados recuerdos (un perro abandonado en el parque, Casiopea, canciones de la Oreja de Van Gogh oídas los domingos por la tarde en algún bar vacío). Te convertirás en una niña que merecía ser comprendida cuando me tirabas de la manga porque ésos, los malos, te apalizaban a la hora del recreo. Ésos que no saben entender tu sonrisa tristona, ésos que no pueden -o quieren- satisfacer tus exigencias impostergables, que se ríen de tu manía de romperlo todo, que te miran y dicen "No, tú no".
Vendrás una vez más y reclamarás mis mimos, mi refugio, mi maldita incondicionalidad. Y yo no estaré. Te estare echando de menos en alguna constelación lejana.
17/09/2010
Como la felicidad me sale muy cara, os pongo en venta a mi tristeza y a ti. Te sumarás a mis leyendas, me inundarás cuando la vida me guiñe determinados recuerdos (un perro abandonado en el parque, Casiopea, canciones de la Oreja de Van Gogh oídas los domingos por la tarde en algún bar vacío). Te convertirás en una niña que merecía ser comprendida cuando me tirabas de la manga porque ésos, los malos, te apalizaban a la hora del recreo. Ésos que no saben entender tu sonrisa tristona, ésos que no pueden -o quieren- satisfacer tus exigencias impostergables, que se ríen de tu manía de romperlo todo, que te miran y dicen "No, tú no".
Vendrás una vez más y reclamarás mis mimos, mi refugio, mi maldita incondicionalidad. Y yo no estaré. Te estare echando de menos en alguna constelación lejana.
17/09/2010
4 comentaris:
La tristeza no es más que la añoranza de todas las vidas que no hemos vivido. No hemos sabido cuidarnos. No he sabido cuidarte. Somos fetiches del dolor, por éso nos gusta meter el dedo en las grieta-entrañas.
Todo lo demás, es puro románticismo. Y la tontería de los 15, frente a los 23.
PD: La sonrisa que emerge de la tristeza, se llama "malegría" :)
Tens una ànima ben bonica, Mar.
(15 no; 16. Tonteria al cap i a la fi, suposo)
Sea lo que sea, la tristeza nos construye, también. Me gustó tu escrito, un saludo.
Una vegada vaig estimar, i de vegades em fa mal apropar-me massa...i dins de tal amargura, encara em queda ternura,però per a tendre el que escrius.
Un petonàs!
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